diumenge, 23 de juny del 2019

CREATIVITY BAUHAUS 100 ANYS. BERLIN






BERLÍN

Berlín es una ciudad para todos… 
Queremos historia contemporánea? Berlín….  
Amamos la arquitectura? Berlín….  
Buscamos arte de vanguardia? 
Berlín. La respuesta es siempre Berlín. 


De sus cenizas, tras la Segunda Guerra Mundial, ha sabido resurgir más bella que nunca. Se ha convertido en una de las ciudades más acogedoras y cosmopolitas de Europa. Y es que la capital de Alemania ha vivido rápido en el último siglo, pero “más allá de morir joven, esta ciudad se ha empeñado en no dejar de mirar al futuro”.

Tanto gris en su historia la ha convertido en una ciudad de color. Solo seis ciudades en el mundo tienen el título de Ciudad Creativa por la Unesco. Lo avalan más de 1.500 eventos culturales a diario y 5.000 estudiantes de diseño buscando nuevas ideas.

Si hablamos de creatividad, Berlín está en el primer escalón de propuestas, atrevimientos y escenas. No encontraremos otro lugar donde se concentre tanto arte innovador, tantas obras teatrales radicales, donde se interpreten tantas óperas o donde se abran tantos locales de ambiente desenfadado. Berlín baila sobre su tumba con un spray en la mano y un micrófono en la otra. No nos extraña que tres de los álbumes más respetados de David Bowie sean conocidos como la Trilogía de Berlín: Low, Heroes y Lodger. La ciudad influyó tanto en el sonido como en la atmósfera del disco porque es un destino que marca como turista y como creador.

Acabada la guerra, los bombardeos aliados hicieron mella en su población y en su patrimonio cultural. Además, de la noche a la mañana, sus ciudadanos se despertaron con una ciudad dividida y repartida entre superpotencias extranjeras. 

A partir de los años 60 la relación entre los dos bloques hegemónicos -Estados Unidos y la Unión Soviética- sufrió una escalada de tensión que culminó en la construcción del muro que dividiría la ciudad hasta noviembre de 1989…

Fue la noche del 12 al 13 de agosto de 1961… Los berlineses se despertaron con la sorpresa de una enorme valla-alambrada y con policías que impedían el paso. La valla se transformó en un muro de 3,5 m. de alto y 167,8 km de longitud… y durante 28 años los berlineses quedaron separados, con familias que quizá no se verían nunca más. De hecho dicen que hay más berlineses casados con extranjeros que con los mismos berlineses, al no tener comunicación entre los habitantes del este y del oeste. 

Todavía hoy, entre ellos se preguntan: eres del este o del oeste? Dos ciudades con dos historias distintas. Esta situación propició el desarrollo de dos mundos paralelos y antagónicos que tras su reunificación, ha dejado para nuestro goce, el Berlín que hoy conocemos. Pero aunque el muro ya no sea muro queda, invisible pero no virtual, un espacio, un territorio, un escenario difícil de omitir. Piden olvidar, transmutar sus almas y en ello han puesto todo sus esfuerzos.

La ciudad que estuvo dividida en dos rememora a las víctimas de la separación con una gran cicatriz que recorre todo Berlín: una doble hilera de adoquines que marca el lugar por donde pasaba el muro. Podemos también hacer la ruta en bicicleta siguiendo unas líneas azules que marcan los kilómetros del dolor. La herida sigue a la vista en el campanario de la iglesia del Káiser Guillermo, los ladrillos quemados son como células de la piel. Guardan la memoria de cada bombardeo y así sigue. Cicatrizándose a la vista.

Algo tiene de Disneylandia el tramo más largo de muro que se conserva en lo que se conoce como la East Side Gallery. Aunque al principio fue destruido a conciencia, dos años después de su caída –9 de noviembre de 1989– un grupo de artistas quiso salvar un trozo que quedaba en pie. Allí se creó una galería de arte urbano al aire libre, por eso se llama así. Es un tramo lleno de creatividad, con piezas icónicas como el beso de la fraternidad entre los mandatarios de la URSS, Brézhnev y Honecker, de la Alemania del Este.

Pero nosotros vamos a conocer la ciudad con una alegre mirada de primavera… Sus grandes avenidas reconfortan, su monumentalidad ofrece espectáculo, sus jardines salen a nuestro encuentro para ofrecernos la cara opuesta al tráfico y bullicio. Su gastronomía también sabrá enriquecernos. Su joven ciudadanía reinterpreta cada día moda y business. Sus mayores necesitan olvidar y la infancia recrea progreso… 

Berlín jamás es aburrido, pero ¿qué es lo primero que hay que ver? Difícil de contestar por la increíble oferta cultural. Para empezar, la amplísima Unter der Linden (avenida de los Tilos), donde se emplazan dos de los edificios más elegantes de Berlín: la Ópera y al Hotel Adlon. En este último Michael Jackson se asomó con su hijo desde la ventana con la cara tapada y Charles Chaplin perdió sus pantalones ante los ansiosos fans. La célebre avenida conduce a la Puerta de Brandemburgo, erigida en el siglo XVIII y superviviente de dos guerras mundiales.

También merece un paseo la calle Linienstrasse, donde se halla el Tacheles –un edificio okupado en 1990 y cerrado desde 2012– y el teatro Volksbühne, en el que han actuado estrellas de la danza contemporánea (Pina Baush y Sasha Waltz), de la música afrobeat (Fela Kuti) y del sonido experimental.

Todo esto es el distrito de Mitte, el céntrico Berlín, rodeado de lugares de interés. Si cruzamos la Puerta llegaremos al Reichstag, el Parlamento, "summum del mal gusto" según el káiser Guillermo II, quien lo llamó el Reichsaffenhaus o Casa de los Monos del Imperio. En los años 1990, Norman Foster lo amplió y lo dejó con una gran cúpula de cristal desde la que podemos ver a los diputados en acción. ¡Eso es transparencia!

El parque Tiergarten, pulmón verde de Berlín, y la gran avenida que lo atraviesa son el escenario de festivales multitudinarios como la Love Parade en julio. Empezó siendo el coto de caza de la familia real y ahora es un perfecto jardín para caminar, pasear en bici o incluso bañarse desnudo. No olvidemos que un tercio de Berlín son zonas verdes. Allí se alza la Columna de la Victoria, conocida como "el asno de oro", con su ángel dorado subido a un pilar de 67 metros.

El Monumento al Holocausto. Muchos lugares impactan, pero ninguno con la intensidad del Monumento al Holocausto: 2.700 bloques de hormigón como tumbas gigantes que ondulan igual que un campo de trigo para la reconciliación con el pasado más reciente. Sobrecogedor también el cuadrado de la Bebelplatz, en el que se ven estanterías vacías. En 1933 las SS quemaron libros en un aquelarre feroz, y para recordarlo, los berlineses hicieron ese hueco en el asfalto.

La Puerta de Brandenburgo en la plaza Praiser Platz es el mayor símbolo de la ciudad. Esta puerta -que no arco de triunfo como mucho piensan- fue construida en el siglo XVIII y era uno de los accesos de la muralla a la “zona nueva” de Berlín y hasta 1918 solo los miembros de la familia real podían usar la gran puerta.
La avenida Karl-Marx-Allee tiene algo de Bauhaus, de Brasilia o Tel Aviv. Más adelante, los decorados "palacios de la clase trabajadora"  son de la época estalinista. Hoy en día, después de haber sido restaurado, el conjunto construido a principios de los años 60 irradia libertad de movimiento y elegancia. Estos edificios distintivos se encuentran en la corta distancia desde Alexanderplatz hasta Karl-Marx-Allee como el Café Moskau, la antigua heladería Mokka-Milch-Eisbar, el antiguo salón de belleza Babette (actual Bar Babette), la antigua casa de moda Madeleine, el antiguo hotel Berolina...
El edificio protegido de Kino International con su impresionante fachada de cristal fue el cine insignia y de estrenos de la RDA. Hoy en día se proyectan estrenos de películas de entretenimiento en un ambiente original y sofisticado. Gracias a su sencilla elegancia y al impresionante vestíbulo con la enorme fachada acristalada, visitar este cine es toda una experiencia. Durante la Berlinale, el International se utiliza para proyectar las repeticiones de las películas participantes y las películas homenaje. Las películas del ciclo de cine gay y lésbico "MonGay" se proyectan cada lunes.
Nadie se siente extraño en Berlín. El mejor ejemplo lo constituye la Potsdamer Platz, centro neurálgico de la nueva ciudad, el que se ha ido creando tras la caída del muro. Es una plaza joven, pues quedó prácticamente destruida en la Segunda Guerra Mundial y donde todos los edificios tienen menos de 15 años.

La Potsdamer Platz se presenta ahora como una ventana al mundo del cine: el Sony Center, el Museo del Cine y la Televisión con los tesoros de la gran Marlene Dietrich, el paseo de la fama en tres dimensiones y, como una reliquia renovada, el semáforo de cinco caras que nos recuerda que aquello fue la zona más transitada de la ciudad. Si nos fijamos veremos al Ampelmann, el hombrecillo con sombrero que aparece en las luces verdes y rojas de los pasos de peatones. Se hizo tan famoso que tiene una tienda en la Karl-Lieb-knecht Strasse 5, como si fuera un Mickey Mouse alemán.

Creado en 1961, el hombrecillo del sombrero poseía una apariencia bastante infantil, con una cabeza grande y las piernas cortas pero logró una enorme popularidad que hoy en día aún se mantiene. Tras la reunificación Alemana hubo varios intentos de estandarizar todos los semáforos del país pero esto nunca se logró. En 1995 comenzaron las campañas de solidaridad por el Ampelmännchen, reivindicando que era parte de la cultura alemana oriental. Las protestas surtieron efecto y se volvieron a colocar muchos de los antiguos semáforos que habían sido retirados. Hoy en día, en Berlín se puede encontrar al simpático muñequito por todas partes, estampado en camisetas, calcetines, vasos y semáforos de juguete entre otras cientos de opciones.

Berlin es de nuevo cabeza del poder de Europa. Ubicado a la orilla del río Spree, se inunda de la luz que transpira la fabulosa cúpula de cristal y el eje difusor que diseñó Foster. Tradición y poder desde la vanguardia del diseño.

En Berlín no faltan los monumentos interesantes…  No obstante, es mucho más que sus lugares de interés famosos: es el elegante distrito de Mitte, el multicultural Kreuzberg, el clásico Charlottenburg, el alternativo Neukölln. Los barrios berlineses, diferentes y encantadores, merecen especial atención tanto como cualquier edificio o museo. Sus amplias avenidas y sus calles más encogidas piden ser “andadas”… tienen mucho que ofrecer. Admirar y mirar, ver y encontrar es un placer.

La Torre de Televisión cerca de Alexanderplatz puede ser vista desde casi cualquier punto de Berlín, lo cual no es de extrañar dados sus 368 metros de altura. Esta torre, que fue construida por la Alemania socialista, recibe el apodo de "la venganza del Papa" porque el sol se refleja en su cúpula de acero en forma de cruz, un efecto para nada previsto por los comunistas, ni mucho menos deseado.

En Navidad la plaza Alexander acoge un increíble mercadillo con cientos de casitas de madera que ofrecen comida clásica y mucho glühwein, vino caliente aromatizado con canela, necesario para los menos diez grados de diciembre.

La cercana avenida Karl Marx sorprende por su arquitectura soviética, austera y de cierto mal gusto que, sin embargo, resulta atractiva en sus dos kilómetros de longitud. Pasear por ella equivale a retroceder cuarenta años en el tiempo. No hay ruinas, todo son plattenbauten, edificios prefabricados con paneles de hormigón.

La creatividad de Berlín se dirige hasta Friedrichshain, apasionante barrio obrero que rebosa vitalidad. Encontraremos galerías, bares y cafés alternativos donde beber cerveza barata. Friedrichshain es un barrio que parece una enorme galería de arte con cines independientes y espacios verdes junto al río.

Hay que cruzar el río Spree para descubrir el barrio de Kreuzberg, llamado "el pequeño Estambul" porque un tercio de la población es de origen turco. No has estado en Berlín si no has ido al mercado turco de Maybachufer, toda una institución. Venden alimentos frescos, comida preparada, pequeños electrodomésticos, ropa y joyas. También es el mejor barrio para comer: desde el clásico restaurante Die Henne, de 1908, al mítico Weltrestaurant Markthalle, donde casi solo se puede tomar schnitzel (escalope vienés) con patatas. Eso sí, posiblemente acompañados por actores de culto como Birol Ünel, de origen turco.

En el barrio berlinés de Penzlauer Berg se encuentra la sinagoga de Rykestrasse. Es la sinagoga más grande de Alemania y se salvó de ser destruida por los nazis por encontrarse en una zona de edificios donde vivían ciudadanos arios.

El río Spree marca el límite norte de Kreuzberg, el barrio que ha robado protagonismo a los ya casi aburguesados Prenzlauer Berg y Friedrichshain. En esta parte de Berlín aún siguen conviviendo familias turcas, artistas, punkies, okupas, estudiantes y modernos cautivados por su gran oferta nocturna. Algunos de ellos rematan la fiesta desayunando en la terraza del Café Am Engelbecken, situado junto al estanque homónimo, que en invierno se convierte en una pista de hielo gratuita donde los vecinos patinan y juegan a hockey. Tras el desayuno, la ruta continúa hacia el curioso Museo de las Cosas, con más de veinte mil objetos de la vida cotidiana del siglo XX. Esta colección está en el nº 25 de la Oranienstrasse, la calle más animada de Kreuzberg y escenario del movimiento okupa y punk del Berlín de los años 70 y 80. Con muchos cafés y tiendas, se puede ver arte en la legendaria galería Endart nº 36, moda berlinesa en Wildfremd en el nº 194, el característico estilo retro cool de la ciudad en el Café Luzia nº 34 o creaciones de jóvenes diseñadores en la tienda-galería Voo Store nº 24, sin olvidar comedores con solera como Max und Moritz nº 162, con generosas raciones de platos alemanes.

El Berlín sofisticado lo hallamos en el barrio de Charlottenburg, al oeste del Tiergarten: las tiendas Chanel, Louis Vuitton y el gran centro comercial KaDeWe, donde la música de fondo la ponen miles de estudiantes de todo el mundo que estudian en la cercana UDK Künste, la mítica Universidad de las Artes de Berlín.

En la capital alemana funciona bien el axioma de Warhol: "Tengo una enfermedad social. Tengo que salir todas las noches". Porque aquí es posible hacerlo. Hay bares abiertos hasta el amanecer y algunos que nunca cierran. Tal vez nos quedemos en el Ballhaus Berlin. En los espejos de este salón de baile de 1905 se refleja la fiesta y permite imaginar el Berlín de épocas pasadas. Una ciudad superviviente, que ha conservado su carácter vital y creativo.

La pintada de “Bitte leben” que hay en lo alto del edificio que hace esquina entre Schlesische Str. y Falkensteinstr. “Vive, por favor”, o  “vive y deja vivir”… es un ejemplo de ese sentir de libertad, sinónimo de vida. Es ecléctica, rebelde, moderna, cosmopolita, hoy se ha convertido en un referente cultural, social y arquitectónico.


(Del llibre de viatje Creativity, Bauhaus 100 anys)






190406. BERLIN BUS. ARRIBADA 












190406. BERLIN BUS. SIEGESSÄULE









190406. BERLIN. TOPOGRAPHIE DES TERRORS 










190406. BERLÍN. MARTIN-GROPIUS-BAU 
















190406. HOTEL PARK INN ALEXANDERPLATZ 








190406. BERLÍN.  CAMÍ A L'EMBARCAMENT









190406. EMBARCAMENT AL "HAFEN" 




















190406. SOPAR AL RESTAURANT RIOGRANDE





190407. HOTEL PARK INN ALEXANDERPLATZ 










190407. BERLIN. SORTIDA AL MATÍ














190407. AL MUR DE BERLIN 

















190407. BERLIN JÜDISCHES MUSEUM 








190407. BERLÍN. POSTDAMER PLATZ 










190407. RESTAURANT PANORAMA PUNKT 
















190407. BERLÍN. FABRICA AEG 









190407. CAMÍ AL REICHSTAG








190407. REICHSTAG 




























190407. REICHSTAG. RESTAURANT KÄFER 



















190407. HAUS DER KULTUREN. BAUHAUS IMAGINISTA 




















190407. BERLÍN. BUS A L'HOTEL







190407. SOPAR TAVERNA BÀVARA HB BERLÍN 












190408.BERLÍ. PASSEIG MATÍ








190408. BARRI JUEU HACKESCHEN HÖFE


























190408. BERLÍN. PASEIG FINS A BABELPLATZ 














190408. BUS FINS A NIKOLAI VIERIE








190408. BERLÍN. NEUES MUSEUM
































190408. TORRE TV. RESTAURANT SPHERE 00

























190408. BERLÍN. KA DE WE 
























190408. BERLÍN. KURFÜSTENDAMM 







190408.  SOPAR LEMKE AM HACKESCHEN MARKT 









190408. COPA AL SONY CENTER 

















190409. BERLÍN. PORTA DE BRANDENBURG 
















190409. MEMORIAL DE L'HOLOCAUST 











190409. BUS SORTIDA DE BERLÍN 







190409. BUS A DESSAU. MASTERCLASS BAUHAUS 











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