dimarts, 25 de setembre del 2018

CINQUE TERRE. ITÀLIA. 2007




CINCO PUEBLOS COLGADOS DEL CIELO SOBRE EL MAR

El Parque Nacional que conforman Cinque Terre es un privilegio, un regalo de la naturaleza.

En época medieval, la palabra terra (tierra) significaba pueblo, ese puede ser  el origen del nombre Cinque Terre. “Es un rinconcito de Liguria donde varias generaciones han trabajado para crear este monumento en forma de paisaje arquitectural representado por ribazos que bajan hasta el mar…”

Los primeros documentos históricos sobre Cinque Terre se remontan al siglo XI. Sus primeros centros rurales fueron Monterosso y Vernazza, mientras los demás fueron naciendo más adelante, bajo la hegemonía militar y política de Génova.

Los habitantes de estas localidades tenían origen agrícola y vivían en las colinas. Bajaron a la costa cuando los arroceros acabaron la invasión, cuando el mar se volvió seguro, habitando los pueblos en las desembocaduras de los ríos a lo largo del litoral, viviendo entonces del pescado como fuente de alimentación y mercadeo.

Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore…cinco pueblos, cinco milagros. Cinco montoncitos de casas-torre multicolores –de cuatro o cinco pisos–, iglesias y torres defensivas que se acomodaron a las exigencias de una geografía complicada y que han sido incluidas en el catálogo del Patrimonio Mundial de la Unesco. 

Dieciocho kilómetros de acantilados dentados, localizados entre Levanto y la Spezia, agrupan las cinco localidades de gran belleza que quedan suspendidas entre la tierra y el mar. Nos vamos a dejar llevar por el sonido de las olas, el lenguaje de las gaviotas y el susurrar del viento que llega rezagado porque debe salvar múltiples bahías y calas de este litoral.

Poco cuesta imaginar qué sintieron los primeros pobladores cuando recalaron en esta esquina de la costa. Encontraron un refugio, un rincón del paraíso bañado por agua cristalina y protegido de las rutas medievales por una geografía que juega al escondite. Desde entonces hasta ahora poco ha cambiado la particular orografía de unas tierras que viven y sueñan suspendidas de uno de los acantilados más vertiginosos del Mediterráneo.

Son pueblecitos que miran de frente al golfo de Génova, agarrados a los cerros, donde generaciones de esforzados agricultores, supieron sacar partido a la montaña. Huertos, viñas, escalinatas, caseríos y caminos se entrelazan para convivir.

El ingenio humano negoció con la tierra, escasa y vertical. Gracias a la buena ubicación del territorio, soleado y abrigado de los vientos, los “cián” (tupida trama de terrazas en franjas) han permitido el cultivo de vides y olivos, produciendo vinos y aceites de gran calidad.

Cuando del vino se trata, una pequeña producción se sirve en los restaurantes de la zona y se vende en las tiendas del pueblo. Se trata de un vino blanco, de sabor seco y ligeramente ácido, muy ligeramente afrutado y aromático, está hecho de una combinación de tres uvas locales: Bosco 60%, Albarola 25%, Vermentino 15% .

Una estrecha carretera zigzaguea entre las laderas hilvanando casas que desafían el equilibrio aceptando el reto del sol y del mar, y una línea férrea, entre paisajes, tiene parada en todos los pueblos lo que permite una fluida comunicación de los mismos. Su historia está conectada a la construcción de la línea de ferrocarril entre Génova y La Spezia (1926-1928), con el fin de construir un túnel entre Manarola y Riomaggiore dos caminos dominando las rocas eran necesarios para que fueran utilizados por los trabajadores del ferrocarril en sus desplazamientos entre los dos pueblos. 













Monterosso al Mare 

Su origen se remonta a la época de la Roma republicana, pero el núcleo fortificado más antiguo, edificado sobre la colina de San Cristoforo, inició su importante función defensiva en el siglo VII, durante la invasión Lombarda. En el periodo medieval fue objeto de disputas por su tenencia entre diversas familias, hasta unirse definitivamente a la República de Génova. 

El pueblo de Monterosso se divide en dos partes: el casco antiguo o pueblo original y Fegina, que es una extensión con edificaciones más recientes y una larga playa. Entre ambas partes una pequeña península hace de barrera natural. Parece como si sus colores fueran más intensos, más rojizos… pero tampoco, enseguida llegan los rosas pastel, los amarillos vainilla, los verdes pera… Sus ventanas están protegidas por persianas de libro en todas sus modalidades, de medio cuerpo o de cuerpo entero, con ese balanceo hacia adelante que permite la entrada velada del aire marino.




























Vernazza 

Su origen se remonta aproximadamente a la época romana, pero como en el caso de otros centros costeros de la región de Liguria, se sitúa alrededor del año 1000 D.C. Fundada pues hace mil años por esclavos liberados, Vernazza toma su nombre de la familia de libertos que allí se asentó. Conserva preciosos elementos arquitectónicos como logias, soportales y portales. El casco antiguo, noble y elegante, se desarrolla a lo largo del arroyo Vernazzola, ahora cubierto, enrocándose sobre las laderas de una petra cima. Sus habitantes se alejaban así un poco de la costa a modo de protección, aprovechando la altura. Ha sido siempre el único punto de desembarco seguro en Cinque Terre.

Actualmente Vernazza cuenta con cerca de 1200 habitantes. La calle principal baja hasta el mar recorriendo las fachadas desgastadas pero manteniendo siempre su colorido. La Focaccia al pesto llama desde sus establecimientos… la aroma escapa de sus hornos.

























Corniglia 

Corresponde a una zona de Vernazza, de probable origen romano, su toponimia se refiere a la Gens Cornelia, una de las principales familias patricias de la antigua Roma.

Es el único de los cinco al que no le llega el mar directamente. Aunque pudiera resultar un inconveniente y restar belleza al pueblo, la pequeña localidad se sitúa encima de un risco a 100 m sobre el mar dándole una bella estampa diferente al resto. Nuevamente las casas de colores parece que quedan suspendidas y rodeadas de bancales de viñedos a su alrededor. Los balcones con sábanas al viento dan una imagen típicamente italiana. Corniglia no tendrá las tiendas y restaurantes de sus compañeros pero sin duda y para nosotros, nos ofrecerá la humildad de un pueblito en lo alto.































Manarola 

Se trata de una fracción del municipio de Riomaggiore, aunque con orígenes mucho más antiguos, asociados incluso al Imperio Romano. Su nombre nos habla de: Manium Arula –pequeño altar de los muertos o “I Mani"–  almas de los difuntos. La aldea actual se remonta al siglo XII, cuando el número de residentes comenzó a aumentar por causa de la migración de personas del pueblo cercano de Volastra

Sigue el curso del río Groppo y sus casas se posicionan a lado y lado de sus orillas en una pequeña estrechez entre dos colinas que desemboca al mar. Llegáremos a la parte superior del pueblo donde nos encontraremos con una pequeña plaza con su iglesia desde donde se divisa la vía principal, Vía di Mezzo, que llega hasta el pequeño puerto resguardado por un espigón. En invierno las barcas de pesca descansan tres meses en mitad de la calle y sustituyen a las terrazas de los bares, el espacio no da para ambas…











































Riomaggiore

Se trata de una segmentación del municipio de Riomaggiore, aunque con orígenes mucho más antiguos, asociados también al Imperio Romano. El pueblo se remonta según la tradición al siglo VIII, fundado por un grupo de prófugos griegos huyendo de la persecución iconoclasta de Leone III el Isaurico. La aldea actual se basa sobre el siglo XII, cuando el número de residentes comenzó a aumentar por causa de la migración de personas del pueblo cercano de Volastra. 

Estrechas calles, pequeños negocios de artesanía y tabernas donde degustar un buen vino. Riomaggore tiene una estrecha relación entre el mar y sus habitantes, tiene una alma entregada que no esconde. El malecón de piedras, salpicado de barcas para faenar, aguarda junto al mar. Todas las casas, construidas en vertical, tienen dos entradas, una en la parte delantera a nivel de la calle y otra en la parte trasera de la calle superior, una estructura que en 1500 garantizaba una vía de escape en caso de ser atacados por piratas.



































El paisaje

El hombre ha sabido convivir casi diez siglos en perfecta armonía con su entorno. Ha trabajado la tierra quebrada de sus lomas para el cultivo de viñedos y olivares. Ha manipulado sus laderas con todo cariño, para no desperdiciar ni ese último palmo de los esquineros y la tierra le ha respondido bien contra el sol y el viento, la lluvia y el frío. Cuando amanece el cielo cubre sus campos y cuando anochece los arropa y defiende.

A sus pies el mar de azul cobalto, siempre infinito, enmarca la vida de sus lugareños. Ese mar duro, hostil pero generoso con el pescador tenaz y paciente, conocedor de las corrientes marinas, de las costumbres de los peces, de sus épocas reproductivas. También sabedores de aquellos peces que están de paso y de las técnicas de pesca utilizadas a lo largo de los siglos. 

Las anchoas, con su peculiar esfumatura gris luminoso que las distingue, se pescan con la técnica del candíl en los fondos cercanos, y entre mayo y octubre llega la temporada de pesca de superficie de pescado azul.

Su gastronomía

Las Cinque Terre nos presenta un gran número de fabulosos platillos marinos, como por ejemplo las anchovetas de Monterosso, entremés mixto de pescados y mariscos o el bacalao rebozado.

Asimismo, el pesto sabe más intenso que en ninguna otra parte, mientras que el spaghetti alla Bruno, con mariscos y tomate es otra de las especialidades que estos lugares posee.
Los ravioli al sugo di gamberi, es decir, raviolis rellenos de queso ricotta con lubina y la merluza en salsa de camarones, son realmente imperdibles.

Focaccia di Recco. Reconocida por su delicadeza especial, es una deliciosa focaccia con queso que tuvo sus orígenes en la ciudad de Liguria durante las Cruzadas. Fabricado con dos capas muy delgadas de pasta (sin levadura) de harina, agua, sal y aceite de oliva.

Farinata Bianca. Crujiente y delicioso sabor, elaborada con harina de trigo (90%) y garbanzo (10%), agua, sal y aceite de oliva y avena blanca. También se puede saborear con la adición de romero, las aceitunas picadas, tocino y otros ingredientes que varían según el gusto personal que realza el sabor de la avena.

Cappon magro. Es una maravillosa y apetitosa ensalada fría que comprende un fondo de gallette, frotado con ajo y condimentado con vinagre y sal, pescado, carne y verdura hervida, huevos duros, guarnición de alcachofas, atún, gambas, alcaparras y olivas.Todo ello revestido con una salsa verde y completado, en su cúspide, por una langosta.

Amaretti De Sassello o Saronno. Mezcla de avellanas, chocolate, queso mascarpone o coco… deliciosas galletas ideales para acompañar una taza de té o café a cualquier hora del día.


textos: MARI CARMEN AYMAR
del llibret de viatge Cinque Terre. Creativity express

fotografies: ALBERT ISERN






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